- En un nuevo documento elaborado para la ONG Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR) y con recursos de CLUA, la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible analiza los inicios de la transformación del sistema energético del planeta y su panorama actual.
- El informe también presenta cómo deberá actuar la transición energética basada en fuentes renovables para aportar a la meta de limitar el incremento de la temperatura promedio en un 1,5 °C.
- Por ejemplo, a 2035 el planeta debe reducir en gran magnitud el consumo de petróleo, gas y carbón. En 2050, las energías renovables tendrán que desplazar el mayor uso de los combustibles fósiles.
Entre 1800 y 2020, el planeta ha enfrentado por lo menos tres transiciones energéticas, es decir procesos de transformación o sustitución gradual de un patrón de abastecimiento de energía primaria por un suministro más responsable con el ambiente.
Según Johan Sebastián Vanegas, consultor de FCDS que elaboró un documento técnico sobre los inicios y el panorama actual de la transición energética, la primera fue a mediados del siglo XVIII, antes de la revolución industrial.
En esa época, las fuentes de energía tradicionales (biomasa, molinos de viento y agua y el gas metano producido por el estiércol del ganado), eran el motor para el desarrollo de actividades socioeconómicas como la calefacción de hogares, siembra y cocción de alimentos y transporte.
Puede leer: Pasado, presente y futuro de la transición energética en Colombia: nuevo análisis de la FCDS
Luego, el incremento de la población y el surgimiento de industrias en países en vía de desarrollo generaron una escasez de leña y un aumento en su costo de producción. Esto marcó el inicio de la producción y el consumo de nuevos energéticos como el carbón.
“Con el descubrimiento y la masificación de sistemas de transporte (máquina de vapor y ferrocarril), la participación del carbón en la matriz energética pasó del 1,7% en 1800 al 47,2% en 1900”, cita el documento que la FCDS le entregó a la ONG Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR).
A finales del siglo XIX se empezó a gestar la segunda transición, la del petróleo, un recurso energético que empezó a utilizarse principalmente en actividades de iluminación como en las lámparas de queroseno.
El estudio revela que, dada su abundancia y bajo costo de producción, el petróleo se apoderó de actividades como la calefacción de hogares y la cocción de alimentos, sustituyendo así al carbón en gran parte de los hogares.
A principios del siglo XX, el petróleo tomó importancia mundial con la creación de la industria de los automóviles y el fortalecimiento de centrales térmicas para la generación de energía eléctrica; esto dio como resultado el inicio de la producción y consumo de los hidrocarburos.
“La participación del petróleo en la matriz energética mundial pasó de 19,1% en 1950 a 40,6% en 1980. La del gas natural pasó de 7,3% en 1950 a 16,3% en 1980”, evidencia el estudio de FCDS.
La tercera transición inició a finales del siglo XX con la revolución del sector de las telecomunicaciones y la expansión del sistema eléctrico a nivel mundial, época en la que la generación de energía eléctrica a través de fuentes renovables tomó gran relevancia.
“Las centrales hidroeléctricas, principalmente en países de América Latina y El Caribe, volvieron a ser consideradas una de las fuentes renovables más importantes a nivel mundial”, indica Vanegas.
A partir del siglo XXI, en respuesta al Acuerdo de París, las fuentes no convencionales de energía renovable como la eólica, solar, marítima, geotermia e hidrógeno verde, han experimentado un constante desarrollo mundial y vienen sustituyendo a los combustibles fósiles.
“Esto marcó un inicio importante en el despliegue de nuevas tecnologías para la generación de energía basada en fuentes reno
vables. La participación mundial de las fuentes no convencionales pasó de 6,6 % en 2000 a 11,2% en 2020”.
Lucha contra el calentamiento global: panorama actual
Uno de los retos de la actual transición energética es limitar el incremento de la temperatura promedio del planeta en un 1,5 °C. Este objetivo requiere de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero cercana al 45% para 2030 y alcanzar la neutralidad del carbono antes de 2050.
Según proyecciones analizadas por la FCDS, aún con el cumplimiento total de los compromisos climáticos anunciados, las emisiones de estos gases alcanzarían una reducción máxima del 16% para 2030.
“Esto se traduce en la necesidad de abatir entre 20,5 y 1,5 gigatoneladas de CO2 equivalente adicionales a 2030. Evidenciamos que, de no hacerlo, se podría ocasionar un incremento en la temperatura promedio del planeta de 2 °C para finales de siglo”.
Según estimaciones de la Agencia Internacional de Energía (IEA) y la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), las emisiones de CO2 correspondientes a procesos energéticos y la industria deberán reducirse un 40% entre 2020 y 2030 y alcanzar el cero neto a 2050.
“Esto requerirá la transición de los diferentes sistemas energéticos basados en combustibles fósiles. Debe ser un proceso que asegure la prestación eficiente del servicio de energía y la construcción de un futuro sostenible, responsable con el medio ambiente y resiliente al clima”.
La revisión de la FCDS evidenció que, según el escenario “Net Zero by 2050: A Roadmap for the Global Energy Sector”, la transición del sector energético mundial requerirá de varias acciones en las próximas décadas.
- 2030: impulsar nuevas opciones tecnológicas en fases de prototipo y demostración y estructurar los planes de inversión en procesos de Investigación aplicada, Desarrollo e Innovación (i+D+I) que soporten el camino hacia emisiones netas cero.
- 2035: reducir en gran magnitud el consumo de petróleo, gas y carbón. Es indispensable habilitar mecanismos de transición energética justa para las distintas centrales de hidrocarburos y carbón.
- 2040: alcanzar emisiones netas cero a nivel mundial en la generación de energía eléctrica. La energía hidroeléctrica y la energía nuclear garantizarán el suministro confiable.
- 2045: generalizar las tecnologías energéticas. El stock mundial de vehículos debe funcionar en su gran mayoría a través de electricidad; la aviación con biocombustibles o combustibles sintéticos; y las industrias que usen combustibles fósiles emplear tecnologías de captura, uso y almacenamiento de carbono.
- 2050: las energías renovables tendrán que desplazar el mayor uso de los combustibles fósiles. Según estimaciones, su participación en la matriz energética a nivel mundial será de aproximadamente 66%, lo que incluye energía solar fotovoltáica, eólica, hidroeléctrica, geotérmica y bioenergía.
La FCDS señala en su informe que cada país debe definir, conforme a sus necesidades y prioridades, la forma más adecuada en la que ocurran estas transiciones del sector energético mundial.
“Esto dependerá de aspectos como la composición de la matriz energética nacional; la eficiencia energética en los diferentes sectores de la economía; capacidad instalada en infraestructura y redes inteligentes; solidez del marco legislativo; y nivel de confianza de la sociedad civil en el gobierno central”.
¿Qué es la transición energética justa?
La transición energética justa es un término que nació en medio de las conversaciones lideradas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para la suscripción del Acuerdo de París.
Significa garantizar que la transición hacia fuentes de energía renovable sea un proceso sostenible y equitativo y además beneficie a los sectores de la sociedad; proteja el derecho de los trabajadores y comunidades afectadas; fomente la inclusión social; y garantice una participación democrática en la toma de decisiones.
“De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las políticas, proyectos y/o programas de esta transición deben ser diseñados en función de las condiciones específicas de cada país”, indica la FCDS en el documento técnico.
El análisis de la fundación evidencia que las transiciones energéticas justas actuales son más bien limitadas. “La mayoría de las experiencias provienen de países industrializados y/o desarrollados”.
Sin embargo, destaca que algunos países de América Latina han avanzado en la planeación y desarrollo a pesar de que es un proceso más demorado porque afrontan desafíos como presupuestos públicos mucho más pequeños.
Luego de analizar los procesos de transición energética justa en Canadá, India, Indonesia, Polonia y Ucrania, la FCDS evidenció varias barreras como inestabilidad política, dependencia a los combustibles fósiles y baja estabilidad y confiabilidad en las energías renovables.
“La transición no puede considerarse justa sin identificar quién es el grupo más vulnerable. Es una iniciativa que requiere de un mapeo claro de personas, procesos, problemas y relaciones; su éxito depende de la construcción de una estrategia diseñada a la medida de las comunidades”.
Para la fundación, estas transiciones justas necesitan de la creación de instrumentos financieros que contribuyan a la recuperación de pérdidas económicas por el desmantelamiento de activos a base de combustibles fósiles.
“Requieren del desarrollo de inversiones claras, visibles y contundentes en programas de bienestar social para los trabajadores de la cadena de valor del carbón. Es fundamental el desarrollo de nuevas oportunidades que se beneficien de la experiencia de los mineros y los trabajadores de la cadena de suministro del carbón”.