Las trochas se abren paso por la selva, rompiendo bosques sin piedad. Cientos de kilómetros siguen abriéndose cada verano, y las juntas veredales reúnen los aportes de los vecinos para pagar las horas de “la máquina” y en las zonas de frontera de colonización se ven las excavadoras, volquetas, las “retro” de manera frenética, abriendo y rompiendo selva, dejando una huella que posteriormente, empieza a transformar el paisaje aledaño, en algo que la literatura sobre el tema ha denominado el efecto “espina de pescado”. Esto, trata de explicar cómo, después de abrirse un eje central vial, empiezan a desarrollarse varios más que se desprenden de ese eje principal. Los desprendimientos, que no son solo viales, van acompañados de lotes de pequeño tamaño, que poco a poco van creciendo y desapareciendo el bosque. La escena final de las múltiples animaciones que se han realizado para mostrar el efecto vial en bosques tropicales, termina con la pérdida casi total de estos, luego de la fragmentación que se da en las fases iniciales y terminando con un cambio de cobertura vegetal irreversible.
En Colombia hemos documentado cómo es que alrededor de los ejes viales, se produce más del 92 por ciento del total de deforestación de origen antrópico en la región amazónica y la totalidad, en los primeros 10. Es decir la relación entre vías y deforestación es directamente proporcional. Existen elementos tanto culturales, legales y técnicos, que inciden en esa horrible tendencia a pelar completamente los rededores de las vías, generando no solo deforestación, sino condiciones propicias para que los eventos climáticos extremos sumados al mal diseño vial, y un uso del suelo inapropiado, tengamos cada vez más situaciones de infraestructura afectada gravemente, y a su vez, propiciadora de mayor deforestación.
Culturales, porque existe la idea generalizada de que al frente de las fincas sobre las vías, solo debe haber potreros, infinitos, con una cerca casi montada sobre la vía, sin que la legislación sobre el derecho de vía no se cumpla, en la las carreteras nacionales, y mucho menos en las secundarias y terciarias. La idea de “tragarse” la tierra alrededor de las carreteras, es tan vieja como los “cometierra” que en diferentes partes del territorio mueven las cercas para acumular más terreno. También, la cultura de “secar” las vías, arrasando el bosque, para que entre sol, y el terreno se deseque y no presente condiciones de inundabilidad, o reblandecimiento, más aún en zonas de arcillas impermeables y expansivas, que al paso de camiones generan bateas, donde se vuelven verdaderas trampas de lodo. Como es muy costoso, levantar terraplenes sobre el nivel del suelo, y llevar esto a soluciones de bajo costo como el sistema de “placa huella”, miles de kilómetros de vías quedan inutilizados en época de lluvias por esta condición geomorfológica y de suelos, como sucede en la Amazonia y Orinoquia colombiana.
Foto: trocha ilegal abierta en el verano de 2024. Reserva Forestal de la Amazonia. Foto Rodrigo Botero, FCDS.
Tenemos dificultades técnicas (que también colindan en la corrupción), pues el subdimensionamiento de las obras para el manejo de los cuerpos de agua, es recurrente. Cada metro de concreto que se ahorran los contratistas en un puente, “boxculvert”, drenaje, o alcantarilla, va en contravía del mantenimiento de flujos hídricos, de los pasos de fauna, así como la resistencia a los pulsos de inundación.
Dificultades legales, pues no hay control sobre el uso del suelo, ni mucho menos, en la tenencia del mismo. Grandes intereses se mueven en la definición de los trazados; quien tiene la información, tiene el poder. Muchos de estos “illuminati” con la información privilegiada de la inversión pública, comparan tierras, invaden otras y presionan a otros, para quedarse con un pedazo de torta enorme, que les dé los frutos de la plusvalía, que es doble, pues por un lado se sube el precio de la tierra por tener carretera al lado, y por otra, la tierra es robada al patrimonio público, o comprada en el mercado informal a gente vulnerable. El ganado y otros cultivos, son sólo el “moño” a la exitosa operación del control de tierras. Solo con ver que la correlación directa entre deforestación, vías y ganado, nos evidencia este tridente poderoso de transformación irreversible de nuestras selvas, patrimonio público más amenazado que nunca.
Gran parte de la deforestación que se presenta en las zonas más emblemáticas de este fenómeno, se produce así, con un negocio redondo, de tierras usurpadas al erario público, vías construidas con plata pública también, y complementadas con iniciativas “privadas”, donde las vacas complementan la operación. Nadie detiene una maquinaria que está haciendo vías, y menos cuando se pone población vulnerable por delante, para exigir un derecho básico, de transporte y acceso a servicios. Pero, detrás de esto, casi siempre están los negocios de otros, que van por la valorización de los predios. Así se construye la historia de la deforestación, donde, los derechos de la tierra de las poblaciones locales, no se han puesto por delante de lso proyectos viales y por tanto, estos han sido la plataforma de su expulsión hacia las puntas de colonización, siguiendo el infernal círculo vicioso de la deforestación a manos de los campesinos sin tierra.
Las construcciones viales en Colombia siguen siendo una asignatura pendiente en la búsqueda del desarrollo sostenible adaptado a la biodiversidad y condición climática del país. Asegurar que estas sean bien diseñadas, con trazados apropiados, con integración de ordenamiento de usos del suelo, implementados por corporaciones y alcaldías, y principalmente, con asignación de derechos de la tierra donde se debe orientar los asentamientos y desestimulando la colonización desordenada, es un conjunto de medidas que pueden ayudar a una implementación más eficaz de los lineamientos de infraestructura vial verde, que en Colombia son una realidad legal, luego de años de lucharla. De lo contrario, las vías son la punta de una anaconda que se seguirá engullendo los bosques de nuestro país, con y sin ayuda de grupos armados y funcionarios.