En la Amazonía crecen frutos únicos como asaí, camu camu, copoazú, canangucha, arazá con atributos nutricionales y funcionales excepcionales, por ejemplo, con la mayor cantidad de vitamina C encontrada en una fruta o ricas en antioxidantes, aceites omegas por lo que hasta les atribuyen el don de la eterna juventud. En estos superalimentos los campesinos locales han encontrado una alternativa que les genera ganancias económicas a la vez que los bosques que continúan en pie se conserven.
En Colombia cerca del 66 por ciento del bosque está en la Amazonia, este inmenso territorio de más de 39 millones de hectáreas cobija 10 departamentos y una población de 1,2 millones de personas, de las cuales en su mayoría son colonos que arribaron al territorio promovidos por estrategias estatales para establecer soberanía sobre estas regiones apartadas del país.
La cultura colona además de sedentaria se basa en la explotación de los recursos de los territorios ocupados para obtener la mayor cantidad de réditos en concordancia con esa búsqueda de mejores condiciones de vida. Sin embargo, esta mentalidad ve al bosque como un obstáculo para el desarrollo económico, pues se piensa que para ser productivo es necesario tener potreros para actividades agropecuarias, lo que ha impulsado la deforestación.
Esta problemática ambiental se ha acrecentado en el último lustro con la pérdida de más de un millón de hectáreas lo que ha transformado un bosque tropical en vastas llanuras, situación preocupante pues este ecosistema es uno de los últimos bastiones que tiene la humanidad para enfrentar los estragos del cambio climático. Ante este panorama surge el interrogante ¿Es posible vivir del bosque?
Y como respuesta la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) y la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega (NICFI) adelantan un proyecto de forestería comunitaria enfocados en la transformación de frutos amazónicos que se dan en los bosques de Caquetá y Guaviare, dos de los departamentos más deforestados del país.
“Este proyecto busca que los habitantes del bajo Caguán y en Guaviare, descubran los beneficios que tienen los bosques enel sistema alimenticio y que a partir de allí se conserven los bosques”, explicó Lorenzo Vargas, coordinador regional Caquetá de FCDS.
En Caquetá, los esfuerzos están dirigidos en la zona del Bajo Caguán, área rural de Cartagena del Chairá, uno de los municipios más deforestados del país, solo entre 2019 y 2020, fueron arrasadas por la motosierra 25.418 hectáreas, una extensión similar a la de la ciudad de Armenia.
Allí detalla Vargas que unas 100 familias de las veredas que están a lado y lado del majestuoso río Caguán en especial las de Santo Domingo, Guamo, Santa Elena aceptaron trabajar con emprendimientos con base en los superalimentos bajo un enfoque de modelo de negocios.
“Lo que estamos haciendo con las comunidades del Bajo Caguán es enseñarles la forma de transformar y aprovechar los frutos que existen en el bosque como las palmas de asaí, seje, canangucha, de frutales como el arazá, copoazú, con el objetivo que las comunidades empiecen a valorar los bosques que existen en la amazonia y poder sacar un aprovechamiento económico a partir de la transformación y comercialización de estos frutos”, explicó Juan Pablo Mejia Estupiñán, líder de desarrollo empresarial del programa de forestería comunitaria de la FCDS.
Por ejemplo, Elizabeth Díaz de la vereda el Guamo está incursionando en la producción de galletas de arazá, fruto que cosecha en su finca junto a su esposo. Esta transformación antes no era imaginada pues esta fruta no era consumida, solo se utilizaba como ambientador natural por su delicioso aroma. Sin embargo, investigaciones científicas han hallado que esta fruta duplica el contenido de vitamina C que tiene una naranja.
Además, de ser un emprendimiento que impulsa la economía circular mientras se conserva el bosque, este tipo de iniciativas es una nueva oportunidad para las mujeres de esta vereda que están incursionando en otros proyectos de transformación de materia prima amazónica.
“La idea de todas nosotras es que podamos tener empleo, muchas veces nos queda tiempo libre y es bueno poderlo aprovechar y trabajar con estos frutos, adelantar procesos como cortarlos, llevarlos y que nosotras aprendamos, que nos sintamos útiles”, dijo Tatiana Ospina de la vereda Guamo, beneficiaria del proyecto superalimentos.
Otro fruto amazónico que estas comunidades piensan transformar en mermeladas y en diferentes tipos de bebidas, es el asaí, proveniente de una palma esta fruta púrpura rica en antioxidantes, fibra dietaria, los valiosos aceites omegas 3, 6, y 9 y de acuerdo con Viviana Gonzáles, ingeniera de alimentos, esta fruta ayuda a subir las defensas y a restaurar células muertes por lo que se le ha atribuido el don de ser el superalimento de la eterna juventud.
También, los campesinos que viven a orillas del río Caguán, han empezado a trabajar con el copoazú, proveniente de árboles que pueden alcanzar hasta los 20 metros de altura, este cacao blanco amazónico, como se le conoce es el del tamaño de un melón posee riqueza en fósforo pectina, vitamina C y que además de ser transformada en múltiples alimentos viene ganando un espacio importante dentro de la industria de la cosmetología, oportunidad que quiere ser aprovechada por estos campesinos del Bajo Caguán.
“Las expectativas que tengo es que en mi propia finca pueda conformar una pequeña empresa que la cultivemos, procesamos y podamos tener un comercio”, afirmó Edison Cruz campesino de la vereda Santo Domingo y que junto a su familia están iniciando un proyecto en torno a la palma de seje.
Como Edison, otras 323 personas de la zona rural de Cartagena del Chairá están involucradas en proyectos de forestería comunitaria en proyectos adicionales al de superalimentos, entre ellos, meliponicultura, cercas vivas y sistemas agroforestales.
Y es que Cartagena del Chairá en los últimos años ha estado está entre los municipios más deforestados del país, por eso la FCDS y la cooperación internacional a través de la forestería comunitaria quieren garantizar la conservación de los bosques y que a su vez sea una fuente de ingresos que permita la creación de empresas rurales adecuadas a este territorio paratraer desarrollo local.