El panorama general de las problemáticas en la Amazonia es complejo y multifacético, en ella coexisten una multiplicidad de dificultades derivadas de actividades humanas que impactan el entorno natural.
De hecho, el 65% de la deforestación en Colombia se genera en el bioma amazónico, una región que enfrenta una serie de conflictos socioambientales que amenazan su existencia y la de las comunidades locales que dependen de ella.
Entre las principales actividades generadoras de impactos en la Amazonia se encuentra la minería ilegal, el acaparamiento de tierras, el incremento de los espacios cubiertos por pastos y cultivos, y la presencia de cultivos de uso ilícito; además, no operan de forma aislada: se interrelacionan y se superponen en un mismo territorio, exacerbando la problemática existente. Los actores involucrados también son diversos y representan una red compleja de intereses.
La violación de derechos humanos es una preocupación fundamental, incluyendo la negación del derecho a un ambiente sano, el derecho a la consulta previa e informada, el derecho a la participación y el derecho a la libre determinación de los pueblos indígenas y las comunidades campesinas.
Además, la competencia por el acceso a los recursos naturales y la explotación de los mismos pueden desencadenar violencia entre diferentes grupos, afectando gravemente la seguridad y la paz de las comunidades.
La pérdida de medios de subsistencia es otra consecuencia directa de estos conflictos. La degradación ambiental, la deforestación y la apropiación ilegal de tierras impactan directamente las actividades económicas y culturales tradicionales de las comunidades locales, poniendo en riesgo su sustento y su forma de vida.
Las consecuencias en la salud también son evidentes, con la contaminación del agua por metales pesados y la exposición a sustancias tóxicas, cuyo resultado es la aparición de enfermedades respiratorias, dermatológicas y gastrointestinales.
En definitiva, la Amazonía enfrenta desafíos complejos derivados de la actividad humana que impactan tanto su entorno natural como a las comunidades locales. La interacción de estos factores resalta la necesidad de mantener una atención constante y tomar medidas para asegurar un futuro más prometedor para la región.
Monitoreo: una alternativa que da esperanza
Frente a esta realidad, la importancia del monitoreo de deforestación se vuelve crucial para la conservación del bioma amazónico. El acceso a datos precisos y verificables sobre el estado del bosque permite identificar áreas críticas y vulnerables, y enfocar los esfuerzos de protección y restauración de manera más efectiva.
Este también es esencial para evaluar el impacto de las políticas y acciones implementadas, lo que facilita la toma de decisiones informadas y basadas en evidencia.
Para este propósito, el Observatorio de Conflictos Socioambientales de la Amazonia, impulsado por la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, es una herramienta fundamental para visibilizar los conflictos que históricamente han estado soterrados en la región, al trabajar incansablemente para promover la protección del ecosistema amazónico y la defensa de los derechos y bienestar de las comunidades locales.
Sin lugar a dudas, el monitoreo de la deforestación se erige como un aliado indispensable en la lucha por la supervivencia de la Amazonia. Su contribución no solo se limita a la identificación de áreas críticas y al seguimiento de políticas, sino que también inspira un compromiso más profundo hacia la conservación y el respeto por este importante bioma.
Por: Maryi Serrano, coordinadora de ordenamiento territorial y planeación de desarrollo de la FCDS Ingeniera forestal con Magíster en Ciencias Forestales que cuenta con más de 20 años de experiencia liderando proyectos de conservación y desarrollo sostenible en Colombia, forjando estrechas alianzas con comunidades locales e indígenas encaminadas a la declaratoria de áreas protegidas, desarrollo de actividades productivas sostenibles y la garantía de derechos territoriales. Durante la última década, se ha concentrado especialmente en la Amazonia colombiana.