Los Proyectos Ambientales Escolares nacieron como una estrategia para sensibilizar desde las aulas de clase sobre la importancia de conservar el medioambiente. En Caquetá cobra mayor relevancia esta iniciativa al ser un departamento que a pesar de su riqueza natural ha perdido en bosque en los últimos años una extensión similar al tamaño de Uruguay.
Caquetá abarca en su territorio el 16 por ciento del bosque amazónico colombiano y toda esta riqueza natural está amenazada ante la hecatombe de la deforestación que en 2020, devastó 32.522 hectáreas de su bosque acumulando casi 170.000 has desde 2017, siendo el departamento más deforestado del país.
San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá y Solano son los municipios más afectados por esta problemática, actualmente estos territorios son en su mayoría dedicados a la actividad ganadera, ya que la gran mayoría de los bosques desaparecidos se convirtieron en llanuras pisadas por vacas.
Así mismo, esta región valiosa por sus bosques ya que son la zona de amortiguación de los parques naturales de Chiribiquete y la Paya, ecosistemas que se han visto afectados por la mentalidad colona que predomina en las 40 veredas que están a lado y lado del río Caguán, que ve al bosque como un monte improductivo que detiene el desarrollo económico.
Situación que tiene en amenaza a unas 6.630 especies de plantas y animales. Por lo que en la búsqueda de estrategias para enfrentar los problemas ambientales del país, el Ministerio de Educación creó los Proyectos Ambientales Escolares (PRAE) para que desde las aulas de clases se imparta a los niños, niñas y jóvenes educación con una cultura ética en el manejo del medioambiente.
Con este panorama, el proyecto Unidos por los Bosques, de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), las embajadas de Noruega y Reino Unido y Andes Amazon Fund (AAF) visitó el Bajo Caguán en la zona rural de Cartagena del Chairá en Caquetá, para conocer de cerca la situación que vive la región y sus conflictos con el bosque.
En conversación con el profesor Sergio Davila que trabaja como docente de la Institución Educativa Rural Monserrate, en esta vereda que está a unas seis horas por vía fluvial del casco urbano de Cartagena del Chairáy en la que predomina la actividad ganadera, razón por la cual la deforestación viene aumentando.
“El tema de la deforestación se da en la región con la desaparición de la coca, pues empiezan a surgir las necesidades de los campesinos, bien es conocido que la región es lejana y los
cultivos de coca mantenían la economía de la zona. Cuando esto desapareció salía más caro sacar los alimentos de la vereda que lo que lo que iban a ganar”, relata Davila.
Por esta circunstancia la ganadería extensiva apareció como una fuente de rentabilidad para la población. No obstante, este docente recalca que los cerca de 50 estudiantes que todas las mañanas asisten a la escuela van entendiendo otras maneras distintas de relacionarse con el medioambiente, ideas que de a poco van calando en sus padres, pues muchos ya cuentan con la iniciativa de mejorar sus procesos productivos.
“Este proceso inicia con charlas entre los hijos y sus padres para reconocer primero el entorno que rodea sus fincas e identificar cuánto bosque han tumbado, cuánto está convertido en potreros para así hablar en primera instancia de tecnificar la actividad”, detalla el docente quien agrega que en muchos predios los niños han llevado la propuesta pedagógica de rotación de potreros.
Davila explica que dentro de los componentes de los PRAE que enseñan a sus alumnos es la restauración ecológica, “la gente se está empezando a interesar por las cercas vivas, por tener bosques sostenibles, están sembrando árboles frutales y a partir de esto se inicie la restaurar del suelo”, explica.
Proceso que aunque muestra avances frente a la mentalidad colona que busca ser productivo a partir de los bosques, aún existen desafíos que este docente florenciano enfrenta junto a sus tres colegas a diario en los salones y es el de la necesidad de los campesinos de obtener recursos.
“Lastimosamente el gobierno nacional no da garantías para que el campesino haga otras prácticas como sacar alimentos, frutas, no hay garantías para comercializar eso. Otro de los retos más grandes es crear conciencia frente a la práctica de tener un potrero que sea rotable, tecnificado, quiere decir que tengo que esperar un tiempo a que ese pasto vuelva y crezca mientras tengo a las reses en otro lugar”,
Este docente expresa que frente a los complejos conflictos socioambientales la educación es la esperanza que tiene la región para que la gente reduzca esas prácticas y las cambie por unas sostenibles que conserven los bosques del Bajo Caguán.