- La FCDS y el Instituto Humboldt iniciaron la instalación de 38 dispositivos acústicos en 15 predios de familias campesinas del Guaviare que lideran proyectos de forestería comunitaria.
- Los equipos serán ubicados en sitios como bosques primarios, pastizales y zonas donde marchan iniciativas comunitarias como sistemas agroforestales, corredores productivos, meliponicultura y paisajes turísticos.
- El objetivo de este monitoreo acústico pasivo es medir el impacto en biodiversidad de las actividades de forestería comunitaria del programa de Medios de Vida Sostenibles de la fundación.
Al recorrer las selvas húmedas, sabanas, formaciones rocosas o ríos del Guaviare, departamento conocido como la puerta de entrada a la Amazonia, los oídos se agudizan al captar diversos sonidos que provienen de las entrañas de la naturaleza.
Los cantos de las aves y ranas, aullidos de los monos y rugidos de los felinos se fusionan con las melodías que forman el correr del agua diáfana entre las rocas y el vaivén de las hojas de los árboles con el viento.
Esta sinfonía natural ha deleitado a las más de 230 familias campesinas del Guaviare que aprovechan de manera sostenible el bosque a través de los proyectos de forestería comunitaria de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS).
Aunque los sonidos de la fauna son el común denominador en iniciativas como sistemas agroforestales, corredores productivos, abejas nativas, enriquecimiento del bosque y paisajes turísticos, estas zonas carecen de información técnica y detallada sobre su biodiversidad.
Ante este panorama, la FCDS suscribió una alianza con el Instituto Humboldt para realizar un monitoreo acústico pasivo en las fincas de varios campesinos, una herramienta efectiva y no invasiva que permite entender diferentes procesos ecológicos.
“El objetivo es medir y monitorear el impacto en biodiversidad en las zonas donde marchan los proyectos de forestería comunitaria relacionados con la reconversión productiva, restauración y uso sostenible del bosque”, dijo Emilio Rodríguez, coordinador de Medios de Vida Sostenibles.
El monitoreo acústico pasivo de la FCDS y el Humboldt, proyecto que también será desarrollado en Caquetá, consiste en la instalación de dispositivos acústicos o audiopolillas programables que permitirán monitorear la biodiversidad y el medio ambiente.
“En Guaviare, 38 grabadoras serán ubicadas en 15 fincas de campesinos que llevan varios años trabajando en sus proyectos de forestería comunitaria. Los dueños de los predios aprenderán a manejar los equipos y a interpretar los resultados”, informó Rodríguez.
Según el coordinador de la FCDS, la instalación de los sensores de sonido se llevará a cabo en zonas transformadas y no transformadas. “De esta forma podremos medir qué tan efectivos estamos siendo en recuperar la biodiversidad en los sitios donde trabajamos, a través del uso sostenible de los bosques”.
Arranca el monitoreo
Este proyecto de monitoreo acústico pasivo de la biodiversidad inició con una serie de capacitaciones del Instituto Humboldt al equipo técnico de la FCDS en los departamentos de Guaviare y Caquetá.
A través de varias clases presenciales y virtuales, Juan Sebastián Cañas, experto del Humboldt, les enseñó temáticas como las bases teóricas de la acústica, la instalación de los equipos y la recolección de datos acústicos pasivos.
Todo lo aprendido fue replicado con los dueños de los 15 predios del proyecto. Las familias campesinas conocieron detalladamente las grabadoras y aprendieron a manejarlas y manipularlas.
Entre el 14 y 17 de febrero se llevó a cabo la instalación de las primeras 19 grabadoras en siete predios de San José del Guaviare (El Capricho, La Tortuga y Caño Pescado) y Calamar (San Miguel y El Rebalse).
Los equipos fueron ubicados en sitios transformados y no transformados de las fincas: bosques primarios, pastizales y zonas con proyectos de forestería comunitaria como sistemas agroforestales y corredores productivos.
Según Juan Sebastián Ulloa, investigador adjunto del Instituto Humboldt, esto permitirá contar con muestras de sonido en sitios extremos, es decir en los potreros destinados a la ganadería y los bosques densos, y así comparar la presencia de biodiversidad.
“El punto medio del muestreo es en las zonas donde los campesinos trabajan sus proyectos de forestería comunitaria. De esta manera vamos a poder medir y demostrar el éxito de estas acciones de conservación”.
Los sensores acústicos permanecerán en las fincas aproximadamente 20 días. Cada 30 minutos, las audiopolillas grabarán un minuto de sonidos de la fauna, en especial insectos, anfibios, aves y mamíferos.
“Tradicionalmente, el monitoreo de la biodiversidad se realiza por medio de largas salidas de campo donde expertos identifican las especies, algo que puede ser costoso y dispendioso. El monitoreo acústico es una herramienta costo eficiente”, apuntó Ulloa.
Los profesionales de la FCDS en Guaviare se encargarán de recoger las grabadoras y descargar el material. Por su parte, los investigadores del Instituto Humboldt realizarán la identificación de los sonidos de la fauna.
“Vamos a colectar una gran cantidad de registros sonoros, ya que en cada segundo de audio siempre aparece el canto de un animal. Expertos del Humboldt nos van a ayudar con la identificación de las especies”, aseguró Ulloa.
El investigador indicó que en este proceso se utilizarán algunas herramientas de inteligencia artificial que permiten escalar el análisis a las demás grabaciones y de esta forma comparar la huella sonora.
“Animales como los insectos, anfibios y aves dejan una huella sonora muy fuerte que nos permitirá comparar los registros en los diferentes escenarios, es decir zonas con pastos o un bosque denso”.
Durante este mes, el equipo de la FCDS en Guaviare en conjunto con las familias instalarán los 19 dispositivos acústicos que faltan en ocho predios donde marchan los proyectos de forestería comunitaria.
Monitores comunitarios
El monitoreo acústico de la FCDS y el Instituto Humboldt contará con la participación activa de las 15 familias campesinas, habitantes del Guaviare que están muy interesados en conocer las especies de fauna que albergan sus bosques.
Marcela González, bióloga de la FCDS en Guaviare, afirmó que estas fincas cuentan con bosques densos donde se escuchan muchos sonidos de la fauna. “Con este proyecto piloto sabrán cuáles son las especies que emiten los sonidos y se convertirá en un insumo para su conservación”.
Los campesinos tendrán la tarea de monitorear el estado de las grabadoras. “Ellos ya conocen cómo funcionan y saben manipularlas. En el caso de que alguna audiopolilla falle, las volveremos a ubicar con su participación”, manifestó la bióloga.
El Instituto Humboldt tiene proyectado entregar los resultados del proyecto a mediados de este año. Según González, la FCDS socializará toda la información con cada una de las familias campesinas que participaron.
“Van a conocer la densidad poblacional de las especies de fauna identificadas. Este ejercicio piloto para monitorear la biodiversidad representativa será un gran insumo para la comunidad campesina”.
Durante la primera instalación de los equipos, los campesinos informaron cuáles son los proyectos de forestería comunitaria que trabajan de la mano con la FCDS y la importancia de conocer la biodiversidad que allí habita a través de los sonidos.
María de los Ángeles Gaitán
La voz de esta campesina y madre de seis hijos resuena con fuerza en La Tortuga, una vereda del corregimiento de El Capricho donde lleva varios años liderando procesos comunitarios y proyectos ambientales.
“Con la forestería comunitaria de la FCDS llevo cuatro años, un largo camino en el que he consolidado cuatro iniciativas de aprovechamiento sostenible del bosque en mi finca, llamada El Sinaí”.
Con la ayuda de Olmes Rodríguez, su esposo y otro líder comunitario que defiende la naturaleza, María de los Ángeles trabaja en sacar adelante un vivero, colmenas con abejas nativas sin aguijón, corredores productivos y sistemas agroforestales.
“Estas iniciativas han incrementado el bosque de mi finca, un sitio con varios nacederos de agua que le sirve de hogar a muchos animales de la región. Sin embargo, siempre he querido conocer el inventario de fauna que hay en mi finca”.
Cuando la FCDS le contó sobre el monitoreo acústico pasivo, el corazón de María de los Ángeles se aceleró. “Me siento privilegiada por participar en esta investigación. Vamos a captar el sonido de las cigarras, loros, guacamayas, mirlas, azulejos y demás animales que no logro identificar”.
Con este nuevo proyecto, esta lideresa del Guaviare le podrá contar a sus dos hijos menores cuáles son los animales que emiten esos sonidos en el bosque. “Estoy muy contenta porque me gusta aprender cosas nuevas todos los días”.
Jaime Castillo
Hace cinco años, este campesino de la vereda Caño Pescado dedicado a la ganadería conoció por primera vez los proyectos de forestería comunitaria de la FCDS, una nueva alternativa que al comienzo no lo convenció.
“No les creía nada y por eso lideré debates polémicos y me convertí en un opositor. Sin embargo, decidí darles una oportunidad para ver si estos proyectos me iban a generar beneficios económicos”.
Jaime dejó sus dudas en el pasado y le dio rienda suelta a cinco proyectos basados en el aprovechamiento sostenible del bosque: abejas nativas, vivero, protección de las fuentes hídricas y corredores productivos.
“Mi vivero fue certificado y ahora puedo vender las plantas, es decir que estoy generando recursos económicos. Lo mismo va a pasar con las abejas, un proyecto que a futuro me va a permitir comercializar la miel y el polen”.
Cuando le propusieron ser parte del monitoreo acústico pasivo, Jaime no dudó en participar. “Ya estoy más que convencido que las iniciativas de la FCDS nos benefician con conocimientos e insumos y de esta forma cuidamos la naturaleza”.
El antiguo opositor ayudó a instalar las tres grabadoras en un bosque denso, pastizal y corredor productivo de la su finca. “Con estos equipos sabremos cuáles son los animales que producen esos sonidos tan hermosos. Al conocer el inventario de fauna, mi finca se va a valorizar”.
Flor Marlén Gaitán
Es una de las usuarias más antiguas del programa de forestería comunitaria de la FCDS. En los últimos cinco años, ha logrado consolidar proyectos de abejas, corredores productivos, vivero, transformación de los frutos del bosque y sistemas agroforestales.
La Gaitana, una finca que tiene en la vereda La Tortuga, es el epicentro de sus cinco iniciativas. “A través de la forestería comunitaria dejé la ganadería extensiva y cuido una selva densa donde habitan muchos animales”.
En los recorridos que hace por el bosque, Flor Marlén escucha un concierto con los sonidos de la fauna. “Siempre he querido saber cuáles son los animales que cantan tan hermoso. Por eso acepté participar en el proyecto de monitoreo acústico”.
Flor Marlén aprendió a manejar las grabadoras y está bastante entusiasmada con conocer los sonidos de su bosque. “Estoy segura que con esta información, muchas más personas de la vereda se van a motivar a cuidar la selva”.
Rubier Jiménez y Ana Lucía Mutis
La institución educativa José Miguel López Calle, ubicada en el corregimiento de El Capricho, tiene una granja de 120 hectáreas donde los estudiantes participan en varios proyectos ambientales y agropecuarios.
La mitad del predio está conformada por un denso bosque, un ecosistema que es cuidado por la comunidad educativa y en especial por Rubier Jiménez y Ana Lucía Mutis, una pareja de esposos que llevan varios años como docentes de la institución.
“Hemos intervenido el bosque para mejorarlo. Además de plantar muchas especies nativas, conformamos un sendero para recorrerlo con los niños y jóvenes y así identificar la flora y fauna que allí habita”.
Los docentes formularon un proyecto de desarrollo de capacidades con la FCDS llamado Reconozcamos nuestro bosque. Según Rubier, la fundación les dio cámaras, binoculares y capacitaciones para la iniciativa.
“En los recorridos por el sendero no hemos visto mucha fauna. Por eso decidimos participar en el proyecto de monitoreo acústico, un estudio que va a arrojar esa información de la biodiversidad que desconocemos. Estamos ansiosos por conocer los sonidos del bosque”.
Gustavo Rodríguez
Ese habitante de la vereda San Miguel (Calamar) nunca dudó en participar en el monitoreo acústico pasivo. Asegura que su finca, donde tiene un proyecto de paisajes turísticos con la FCDS, se verá bastante beneficiada.
“Con la información de los sonidos voy a conocer la riqueza de fauna de mi finca, un terreno con mucho bosque, rocas, un río y un caudal. Con estos insumos voy a poder decirles a los turistas que recorren los senderos cuáles son las especies que estamos escuchando”.
Aunque ya tiene identificados sonidos de guacamayas, tucanes, garrapateros, chigüiros, dantas y monos, Gustavo advierte que desconoce la mayoría. “Este proyecto es muy importante porque voy a conocer cuál es el animal que canta o silba”.
Milena Álvarez y José Eduardo León
Desde hace dos décadas, cuando llegaron al Guaviare huyendo de la violencia que azotaba al centro del país, estos esposos soñaban con criar a sus dos hijos en un terreno donde el bosque fuera el protagonista.
“Lo encontramos hace 14 años en la vereda La Tortuga, una finca con mucha selva que cuidamos como si fuera uno de nuestros hijos. A través de los proyectos de forestería comunitaria de varias organizaciones, hemos incrementado nuestra tajada de bosque”.
Con la FCDS, Milena y José trabajan iniciativas como corredores productivos y enriquecimiento del bosque. “Nuestro objetivo es sembrar árboles y cultivos en los potreros y que así se conecten con la selva. Son sitios por donde van a transitar muchos animales”.
Los esposos siempre han sentido curiosidad por conocer cuáles son los animales que escuchan en medio del bosque, un interrogante que llegará a su fin con el proyecto de monitoreo acústico pasivo.
“Grabar los sonidos de la naturaleza es muy importante porque vamos a saber qué especies habitan en nuestro bosque, un sitio que hemos conservado y donde nadie puede cazar. Al conocer los animales, vamos a enamorarnos más de la selva”.
Aníbal Martínez
Se define como un gran conocedor de la biodiversidad que habita en su finca, un terreno de 200 hectáreas ubicado en la vereda El Rebalse del municipio de Calamar donde sobrevive una gran tajada de bosque primario.
“He visto muchos animales en la selva, como el tigre o jaguar, monos, nutrias, ardillas, águilas, dantas y la cuca de monte, que en verano hace un ruido parecido al grito o lamento de una persona”.
Sin embargo, en los constantes recorridos que hace por su finca, Aníbal ha quedado perplejo al escuchar sonidos de la fauna que no logra identificar. Esto lo motivó a participar en el proyecto de monitoreo acústico.
“Instalamos tres grabadoras en el bosque, pastizal y la zona donde tengo mi iniciativa de sistemas agroforestales. Con los sonidos que capten estos equipos, por fin voy a conocer todos los animales de mi finca. Estoy maravillado”.