- 42 cámaras trampa y 40 sensores acústicos se encargarán de monitorear la riqueza biológica de las zonas del Caquetá y Guaviare donde marcha el programa de forestería comunitaria de FCDS.
- Entre los objetivos de esta alianza con el Instituto Humboldt están generar una línea base de monitoreo acústico de la biodiversidad y conformar grupos de monitoreo comunitario con los habitantes de ambas zonas.
- Los equipos de la FCDS en ambos departamentos fueron capacitados en el manejo e instalación de estas herramientas de monitoreo.
Más de 500 familias campesinas de los departamentos de Caquetá y Guaviare buscan vivir de los bosques a través del programa de forestería comunitaria de la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS).
Estos habitantes del bosque amazónico trabajan en 377 iniciativas relacionadas con líneas como sistemas agroforestales, corredores productivos, abejas nativas, transformación de productos, desarrollo de capacidades y enriquecimiento y recuperación natural del bosque.
En sitios como el Bajo Caguán (Caquetá) y en el corregimiento de El Capricho (Guaviare), los campesinos han consolidado más de 89 kilómetros de corredores productivos, franjas con especies maderables frutales y productos de pancoger que conectan los relictos de bosque.
¿Cuál es el impacto en términos de biodiversidad de los diferentes proyectos de forestería comunitaria en estas zonas de la Amazonia? Esta fue la pregunta que llevó a la FCDS a suscribir una alianza con el Instituto Humboldt.
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“Queremos medir y monitorear el impacto en biodiversidad de las actividades del programa de forestería como la reconversión productiva, restauración y uso sostenible del bosque”, informó Emilio Rodríguez, coordinador de Medios de Vida Sostenible de la FCDS.
El primer paso de esta alianza es una serie de capacitaciones sobre monitoreo de la biodiversidad a los técnicos y facilitadores locales de campo del equipo de forestería en Caquetá y Guaviare, talleres que serán brindados por expertos del Instituto Humboldt y la FCDS.
“Nuestros facilitadores, habitantes de las veredas donde trabajamos, van a aprender a manejar varios de los métodos de monitoreo más adecuados para medir la riqueza biológica de los territorios”, apuntó Rodríguez.
Esta alianza dará como resultado un ejercicio de monitoreo pasivo más integral: el Humboldt aportará sus capacidades en monitoreo acústico, la FCDS el tema de cámaras trampa y la comunidad su conocimiento local.
“Vamos a generar una línea base de monitoreo acústico a través de la instalación de sensores de sonido de naturaleza en sitios transformados y no transformados. Esto nos permitirá medir qué tan efectivos estamos siendo en recuperar la biodiversidad en los sitios donde trabajamos”.
En total serán instaladas 42 cámaras trampa y 40 sensores acústicos (grabadoras audiopolillas) en varios sitios estratégicos de los proyectos de forestería comunitaria en Guaviare y Caquetá, un trabajo que contará con la participación activa de las comunidades.
“Terminadas las capacitaciones de los equipos de la FCDS, vamos a hacer un ejercicio de conformación de grupos de monitoreo comunitario con varios miembros de las familias que están vinculadas a nuestro programa”.
Estos grupos, conformados en su mayoría por jóvenes y mujeres, serán capacitados y luego ayudarán a establecer los sitios para los monitoreos y la periodicidad de los datos. “Queremos evaluar el impacto a nivel de finca y paisaje en términos de recuperación del paisaje”.
Primeras capacitaciones
Los profesionales, técnicos y facilitadores locales del equipo de forestería comunitaria de la FCDS en Guaviare y Caquetá recibieron los primeros talleres teóricos y prácticos de monitoreo de la biodiversidad.
En cuatro jornadas realizadas en San José del Guaviare y Florencia (Caquetá), Juan Sebastián Cañas, profesional del Instituto Humboldt, y Samuel Otavo, experto de la FCDS, les enseñaron a manejar e instalar las audiopolillas y las cámaras trampa.
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El monitoreo acústico pasivo, una herramienta efectiva y no invasiva que permite entender diferentes procesos ecológicos, fue una de las temáticas que más llamó la atención de los técnicos de campo de la FCDS.
“En los talleres conocieron cómo hacemos la recolección de datos con las audiopolillas, grabadoras pequeñas que capturan información valiosa para entender los cambios y procesos que se dan en ecosistemas”, afirmó Cañas.
Otavo llevó dos tipos de cámaras trampa y les enseñó a configurarlas e instalarlas. “Aprendieron cómo y dónde colocarlas; los datos que deben tomar; la identificación de sendas y corredores; la altura dependiendo de la especie; y la amplitud en que la cámara toma la foto o el video”.
Luego de las capacitaciones teóricas, los equipos aplicaron los nuevos conocimientos adquiridos en unas jornadas de campo: una finca con bastante bosque en Florencia (los de Caquetá) y la reserva natural Terrapreta (los de Guaviare).
Distribuidos en grupos, los profesionales, técnicos y facilitadores de la FCDS instalaron las audiopolillas y las cámaras trampa en diversos ecosistemas, como zonas boscosas, cultivos y terrenos con alta pendiente.
Yesenia Vásquez, facilitadora local de la FCDS en el Bajo Caguán, va a replicar los nuevos conocimientos en su territorio. “Estas jornadas fueron muy enriquecedoras porque aprendimos cosas nuevas e interesantes. Voy a capacitar a las comunidades en el manejo de cámaras trampa y las audiopolillas”.
Según esta caqueteña, la biodiversidad del Bajo Caguán ha palidecido bastante en los últimos años. “Hace 15 años veíamos a cada rato manadas de manaos, tigres, venados y burgas, animales que son cada vez más escasos. Con el monitoreo comunitario vamos a conocer realmente cómo está nuestra biodiversidad”.
La siguiente actividad de la alianza de la FCDS y el Instituto Humboldt será capacitar a varias de las familias campesinas que hacen parte del programa de forestería comunitaria para que aprendan a manejar e instalar los equipos de monitoreo.
“La ciencia participativa es un proceso que permite un empoderamiento del conocimiento en el territorio y un diálogo de saberes con las comunidades. Es fundamental para proteger la biodiversidad y asegurar que los procesos de conservación sean a largo plazo”, concluyó Cañas.