Elizabeth Díaz cumplirá el sueño de vivir de los bosques amazónicos. A través del proyecto de forestería comunitaria de la FCDS, recibirá los insumos necesarios para elaborar galletas y mermeladas con varios frutos del bosque, como el arazá.
El rostro de Elizabeth Díaz, una caqueteña nacida en Peñas Rojas, una de las 16 veredas del núcleo 1 del Bajo Caguán, no revela su edad actual. Se ve un poco mayor por las manchas y pecas que le ha dejado una constante exposición al sol.
No hace falta conocer mucho de su historia para saber que lleva años dedicada a las labores del campo. Sus manos lucen ásperas y con algunas ampollas y cicatrices, siempre usa ropa cómoda y el maquillaje no hace parte de su diario vivir.
“Nací hace 29 años en este territorio selvático del Caquetá. Mi papá se dedicaba a vender las pieles de los tigres, culebras y babillas y a sembrar maíz. Aunque siempre fuimos pobres nunca nos faltó la comida y con mis hermanos pudimos estudiar hasta quinto de primaria”.
El bosque del Bajo Caguán siempre la cautivó. Recuerda que cuando salía de estudiar se sentaba a la orilla del río Caguán para contemplar los árboles de gran porte en donde jugaban cientos de micos de diversas especies.
“Mis papás no se dedicaron a la coca, a diferencia de la mayoría de los habitantes de la zona. En la finca de Peñas cultivaban maíz y tenían una que otra vaca, pero dejaron quieto el bosque en la mayoría del terreno”.
En la flor de su adolescencia la familia se mudó a El Guamo, una vereda un poco más desarrollada que Peñas Rojas. Cuando cumplió los 20 años se enamoró de Willington Villegas, un campesino con el que conformó su propio hogar.
“Tenemos un hijo de seis años, Fabián, y ambos trabajamos como jornaleros. Con lo que nos pagan pudimos comprar una pequeña finca, ubicada a 25 minutos del caserío principal de El Guamo. Mide 117 hectáreas y más de la mitad es bosque”.
Vivir del bosque
En 2021, cuando la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS) llegó al Bajo Caguán a trabajar con los campesinos del núcleo 1 en un proyecto de forestería comunitaria, Elizabeth no lo pensó mucho para participar.
“Siempre he cuidado el bosque y este proyecto me cayó como anillo al dedo. Los expertos nos dijeron que el objetivo era crear iniciativas para aprovechar sosteniblemente los árboles de la selva”.
La propuesta que presentó Elizabeth fusiona dos pasiones: el bosque y la cocina. “Mi proyecto es de galletas con los frutos de los bosques, en especial el arazá que es el que más abunda en mi finca; tengo como 50 palos”.
Según esta caqueteña, el árbol del arazá es de tamaño mediano y con ramas llenas de frutos. “Como tengo mucha abundancia de ese fruto decidí que quería hacer galletas de arazá para venderlas en la vereda y otras zonas del Bajo Caguán”.
Las galletas de arazá están entre los cuatro proyectos de transformación y comercialización de los productos no maderables del bosque formulados por los campesinos del Bajo Caguán. En total, los habitantes de esta zona han presentado 202 iniciativas de bosques productivos.
En una reunión con varios expertos de la FCDS y la ingeniera de alimentos Viviana González, Elizabeth accedió a ampliar el campo de acción de su proyecto de galletas con los sabores de la selva.
“La ingeniera estudió mi propuesta y me dijo que además de las galletas podía hacer salsas y mermeladas de otros frutos de los bosques. Me informó que estos productos conservan las frutas y se pueden tener sin cadena de frío”.
Con las galletas, mermeladas y salsas de los frutos amazónicos, la joven caqueteña va a generar más recursos económicos. “Me explicaron que estos productos son muy utilizados en la repostería, panadería y el consumo unitario. También voy a hacer bocadillos”.
La masa de las galletas será elaborada con harina de plátano o yuca, otros dos proyectos de transformación de los productos de la forestería comunitaria en el Bajo Caguán.
“Voy a comprarles la masa a dos grupos que van a hacer harina de yuca y plátano, productos que son más saludables porque tienen menos gluten; no voy a utilizar azúcar. La FCDS me dijo que preparara las galletas con miel de panela”.
En el segundo semestre de este año, la FCDS le hará entrega a Elizabeth de los insumos necesarios para consolidar su negocio. “Me darán una licuadora, batidora industrial, horno, selladora eléctrica, nevera, kit solar y un tanque”.
La ingeniera de alimentos le ayudará a instalar las máquinas y le brindará asesoría para que fusione los frutos del bosque en las galletas, salsas, mermeladas y bocadillos. “Viviana me enseñó a hacer bocadillo de chontaduro y mermeladas de ají; soy muy buena en la repostería”.
Esta caqueteña quiere montar su negocio en el caserío principal de El Guamo, ya que su finca queda bastante retirada del comercio. “Con mi marido compramos un pequeño terreno en el caserío, pero necesitamos de insumos para montar el rancho”.
Elizabeth no oculta su entusiasmo por empezar a vivir del bosque. “No hay nada más hermoso que cuidar y aprovechar bien los regalos de la selva. Aún me falta definir el nombre del emprendimiento, pero quiero que esté relacionado con el bosque, el Caguán y las galletas”.
Por ahora se le han ocurrido tres nombres: galletas amazónicas, galletas de la selva y galletas con aroma a bosque. “El logo debe incluir la galleta, la selva y la pepa o el arbolito del arazá”.