- 71 familias campesinas del corregimiento El Capricho y la inspección La Carpa, en San José del Guaviare, formularon proyectos para aprovechar sosteniblemente los bosques amazónicos.
- Sistemas agroforestales, corredores productivos, abejas nativas, transformación de productos no maderables, paisajes turísticos, recuperación natural y enriquecimiento del bosque, son las temáticas que quieren trabajar.
- Las mejores iniciativas ingresarán al programa de forestería comunitaria de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), estrategia que ya suma más de 370 proyectos con los campesinos del Guaviare y Caquetá.
Durante décadas, la economía de los campesinos del Guaviare y Caquetá giró en torno a dos actividades que hicieron palidecer los bosques húmedos tropicales: el cultivo de la coca y la ganadería extensiva.
Este panorama ha ido cambiando en los últimos años por medio de estrategias ambientales como la forestería comunitaria, la cual busca que las familias campesinas aprovechen sosteniblemente las especies maderables y no maderables de la selva.
Desde hace cerca de siete años, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) trabaja en tres zonas del Guaviare y Caquetá para que las comunidades generen recursos económicos manteniendo el bosque en pie.
“515 familias de San José del Guaviare, Calamar y el Bajo Caguán ya formularon más de 370 proyectos de bosques productivos y están generando beneficios económicos por conservar y aprovechar los bosques”, dijo Emilio Rodríguez, coordinador de Medios de Vida Sostenible de la FCDS.
El programa de forestería comunitaria de la fundación, que cuenta con el apoyo financiero de la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega (NICFI) y el programa Amazonia Mía, sigue sumando nuevos usuarios.
En dos talleres realizados el 2 y 3 de agosto en el corregimiento de El Capricho y la inspección de La Carpa, en San José del Guaviare, 71 familias campesinas formularon sus proyectos de bosques productivos.
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“Estas familias del núcleo Guayabero escogieron la línea que más les llamó la atención: sistemas agroforestales, corredores productivos, abejas nativas, transformación de productos, paisajes turísticos, recuperación natural o enriquecimiento del bosque”, apuntó Rodríguez.
El equipo de profesionales y técnicos locales de forestería comunitaria de la FCDS en Guaviare se encargó de asesorarlos para que formularan sus proyectos. Las temáticas favoritas fueron sistemas agroforestales y corredores productivos.
Los campesinos escribieron en hojas de papel el nombre y objetivo del proyecto. También dibujaron cada una de las fincas y ubicaron el sitio donde desarrollarían la iniciativa de bosques productivos.
“Luego de la identificación, las familias escribieron los insumos que necesitan para consolidar el proyecto, como mano de obra y materiales, y consolidaron el plan de trabajo para los próximos 10 meses”, informó el coordinador de la FCDS.
Según Rodríguez, los profesionales de la fundación, los donantes, la autoridad ambiental y un representante comunitario, evaluarán minuciosamente cada uno de los proyectos de bosques productivos (42 en El Capricho y 29 en La Carpa) y los calificarán de acuerdo con varios criterios ambientales, sociales y de género.
“También visitaremos cada una de las fincas para verificar que cumplan con dichos criterios. Los mejores proyectos ingresarán a nuestro programa de forestería comunitaria, el cual abarca más de 220.000 hectáreas ubicadas en el área de influencia de la Serranía de Chiribiquete”.
Historias cortas
Las 71 familias campesinas del Guaviare que acaban de formular sus proyectos de forestería comunitaria sueñan con vivir del bosque. También quieren devolverle algo a la naturaleza luego de haberla aprovechado de una manera poco sostenible.
Mermeladas con sabor a selva
Hace 19 años, Yuly Aguirre, una campesina de La Dorada (Caldas), cambió de rumbo. Sacó sus raíces del municipio de tierra caliente que la vio nacer y se fue a vivir a la selva amazónica.
“Una amiga me dijo que Guaviare era lo máximo porque había mucho trabajo y la plata se veía por montones. Todos sabemos que en esa época la economía de la zona se basaba en el cultivo de la coca”.
En la inspección de La Carpa, Yuly se convirtió en raspachín, es decir que limpiaba el monte para sembrar coca. “Por esa actividad todos los campesinos fuimos estigmatizados. Lo hacíamos para sobrevivir y no con la intención de hacerle daño a otras personas”.
El amor tocó a su puerta. “Fue amor a primera vista, nos casamos y al poco tiempo nos organizamos en una finca en la vereda Caño Dorado, un terreno que mi esposo heredó de su padre. Luego llegaron nuestras dos hermosas hijas”.
Como la finca era ganadera, la pareja de esposos dejaron atrás la coca y se dedicaron de lleno a la cría de vacas. “Pero mi verdadera pasión es la cocina, especialmente transformar los alimentos de la región en productos novedosos”.
La caldense soñaba con transformar algunos de los frutos amazónicos que veía en el bosque de la finca. “Empecé elaborando vinagretas con algunos de los frutos. Se las dí a probar a unos turistas y quedaron maravillados con el sabor”.
Con la ayuda de su esposo, el proyecto fue madurando. “Empezamos a transformar el copoazú, asaí, borojó, chontaduro, arazá y cocona en mermeladas. Estos frutos se desperdician mucho en la región porque los habitantes no saben aprovecharlos”.
Hace ocho meses nació el emprendimiento Sabores Rupestres. Yuly se encarga de la transformación de los frutos en mermeladas y su esposo le ayudó a diseñar el logo y la marca de los productos.
“Los frutos los obtenemos de otras fincas de la zona que tienen muchos árboles amazónicos. En nuestro terreno no podemos sacar la materia prima suficiente porque hay pocas de las especies con las que hago las mermeladas”.
Luego de recibir una capacitación por parte de un chef de cocina amazónica, Yuly quiso ir más allá con Sabores Rupestres. “Ahora les agrego un ají amazónico a las mermeladas, material que proviene de un resguardo indígena”.
Cuando se enteró del programa de forestería comunitaria de la FCDS, la empresaria local no lo pensó dos veces para participar. “Sabía que con la ayuda de los profesionales de la fundación iba a poder mejorar mis mermeladas”.
El objetivo de Yuly es perfeccionar su emprendimiento y elaborar otros productos. “El proyecto que formulé está enfocado en mejorar las mermeladas y hacer otros transformados como tortas y galletas”.
Si la FCDS aprueba su proyecto, la caldense recibirá insumos, equipos para la transformación de productos del bosque y asesoría técnica. A cambio, se comprometió en conservar y aprovechar sosteniblemente el bosque que sobrevive en la finca que heredó su esposo.
“La finca hace parte de un corredor ecológico que es transitado por muchos animales y por eso estamos comprometidos con conservar el bosque y los nacimientos de agua”.
Sabores Rupestres se proyecta a futuro como una gran empresa. “Quiero darles empleo a muchas mujeres y jóvenes de la región. Es muy importante trabajar con los adolescentes para que entiendan que el campo es vida, salud y algo muy bonito”.
Aguas Claras, un terruño para el ecoturismo
Desde que se enamoraron, Jackson Vaca y Leidy Calzada soñaban con que su futuro hogar tuviera mucho bosque. Lo encontraron en la vereda Las Orquídeas, una finca de 60 hectáreas donde la biodiversidad explota en todos sus rincones.
“Más de 32 hectáreas están conformadas por una selva virgen que cuenta con muchas fuentes hídricas cristalinas y una alta presencia de fauna silvestre. Nuestros tres hijos viven felices en medio del bosque”.
Los esposos se trazaron un nuevo proyecto en su finca Aguas Claras: convertirla en un sitio ecoturístico que sea visitado por miles de ciudadanos del país y el extranjero.
“Cuando conocimos el programa de forestería comunitaria de la FCDS supimos que podíamos materializar nuestro sueño, ya que una de las líneas que trabaja la fundación es la de paisajes turísticos”.
En el taller realizado en la inspección de La Carpa, Jackson y Leidy formularon un proyecto de turismo de naturaleza. “Contamos con todo el potencial para volverlo realidad: la finca tiene fuentes hídricas, un raudal y hemos registrado animales como el águila arpía, pantera, leoncillo y muchas aves”.
El objetivo es que Aguas Claras sea una finca ecoturística de puertas abiertas para las personas que aman la naturaleza. “Queremos que la gente venga, nos conozca y se enamore del Guaviare. Si quedamos escogidos, vamos a mostrarle al mundo la belleza de esta tierra”.
Jackson Leidy le pidieron a la FCDS varias capacitaciones y talleres para aprender y conocer más sobre la biodiversidad de su finca. “El ideal es estar bien preparados para recibir a la gente y contarles sobre el bosque, el agua y la fauna”.
“Reverdeceré el caño que pasa por mi finca”
Víctor Alfonso Pérez, un campesino de la vereda El Refugio, tiene recuerdos amargos de la época de la fumigación de los cultivos de coca en Guaviare, un departamento que durante décadas vivió de esa actividad ilegal.
“En la fumigación se vieron muy afectados los árboles que había alrededor del caño Malo, un cuerpo de agua que pasa por mi finca. La ronda quedó muy pelada y los animales empezaron a escasear”.
Ante este panorama, Víctor escogió la línea de enriquecimiento de bosque para formular su proyecto con la FCDS. El objetivo es reverdecer el tramo del caño Malo que hace parte de su finca.
“Lo que busco es sembrar muchos árboles en las zonas aledañas al caño para que animales como la lapa, armadillo, tapir, guacamayas y micos tengan alimento y refugio”.
Según Víctor, este proyecto beneficiará a la naturaleza y a su familia. “Los nuevos árboles van a aumentar el agua del caño y a su vez la cantidad de peces. Todos nos vamos a beneficiar con este enriquecimiento”.
Si su proyecto recibe luz verde, la FCDS le entregará palmas y especies maderables como brasil y achapo. “Pero mi meta no es aprovechar esos árboles en el futuro. Los quiero dejar quietos y que así el caño se convierta en una reserva natural”.
“Mi finca se va a valorizar con más árboles”
Bernay Hernando, habitante de la vereda Caño Bravo, ha sido testigo de la acelerada desaparición del bosque en el departamento del Guaviare por actividades como la ganadería extensiva y la coca.
“Para nadie es un secreto que la deforestación es muy intensa en la zona. Eso se debe a que el Gobierno no nos ha enseñado que hay otras alternativas que nos pueden generar ingresos económicos sin la necesidad de afectar a la naturaleza”.
Este campesino quiere reivindicarse con los bosques de su departamento. “Para sobrevivir tuve que talar selva y la convertí en potreros. Pero gracias a la FCDS comprendí que el futuro de mis hijos y nietos está en reforestar la finca”.
El proyecto de Bernay es de corredores productivos. En los talleres con la fundación propuso destinar varios potreros para sembrar árboles maderables y cultivos de pancoger, sitios que se conectarán con los relictos de bosque.
“Los corredores son proyectos a corto y largo plazo. Por ejemplo, los cultivos y frutales nos darán comida pronto y los árboles maderables van a generar ingresos económicos en el futuro, además de oxígeno y agua”.
Según Bernay, los nuevos árboles que espera plantar van a darle un valor agregado a su finca. “En el futuro, cuando los árboles estén grandes, mi finca se va a valorizar. Con este proyecto estoy dando mi granito de arena para salvar al planeta”.
“Les daré nuevos hogares a las abejas”
Luis Guillermo Fuentes, un zootecnista que vive con su esposa en una finca ubicada en la vereda Las Orquídeas, lleva más de 10 años fomentando la conservación y recuperación del bosque amazónico en la región.
“Quiero demostrarle a la comunidad que la ganadería no es la única alternativa y que sí es posible producir de una manera sostenible y generar recursos económicos recuperando los bosques”.
Aunque más de la mitad de su finca alberga bosque, un ecosistema que alberga varios nacimientos de agua, Luis Guillermo sueña con ver el terreno mucho más verde.
“Quiero salvaguardar esas áreas naturales que lamentablemente son cada vez más escasas en el Guaviare. Desde que me enteré del programa de forestería comunitaria de la FCDS supe que podía concretar mi sueño”.
El zootecnista se fue por una línea que le va a permitir enriquecer más el bosque, proteger a los mayores polinizadores del mundo y generar nuevos recursos económicos: las abejas nativas sin aguijón o meliponas.
“Mi proyecto busca recuperar el bosque, brindar nuevos hogares a las abejas nativas y en el futuro poder comercializar la miel y el polén. Al enriquecer las zonas boscosas garantizamos la vida de muchas especies”.
“Mi selva estará libre de ganado”
Cada vez que habla de la selva amazónica, los ojos de María Josefa Cárdenas, una campesina de la vereda Las Orquídeas, se tornan mucho más expresivos y brillantes.
“Siempre he sabido que el futuro de este planeta está en proteger la selva. Por eso, la mayoría de mi finca está repleta de árboles enormes que le sirven de refugio y hogar a muchos animales”.
María Josefa se considera una mujer privilegiada. “Pocas personas pueden decir que viven en un terreno donde nace el agua. Mi finca cuenta con varios nacederos y mi objetivo es protegerlos”.
El proyecto de esta campesina es de recuperación natural del bosque. Su objetivo es cerrar los nacimientos de agua rodeados de selva para que el ganado no los afecte.
“Quiero cerrar los nacimientos para que el ganado no pueda ingresar. Si me aprueban el proyecto, voy a recibir alambres, postes y un kit solar, materiales con los que protegeré la selva virgen”.
Esta guaviarense asegura que todos los colombianos están en la obligación de proteger el bosque. “La selva es el futuro de los hijos de nuestros hijos. Les pido a todas las personas que dejen de tumbarla porque nos estamos quedando sin oxígeno y agua”.
“Seré una guardiana del bosque y las abejas”
La finca de Myriam Vesga, habitante de la vereda El Refugio, mezcla la producción con la conservación ambiental. Tiene pastos para el ganado, cultivos de pancoger y un relicto de bosque.
“Cuento con tres hectáreas de bosque donde hay tres nacimientos de agua. Ese terreno no lo toco por nada del mundo porque sé que ahí está el futuro de mi familia”.
Sin embargo, en varias ocasiones el ganado ha hecho estragos en su remanso boscoso. Por eso, Myriam sueña con poder encerrar la selva y así evitar que las vacas ingresen a afectar los nacimientos.
“Los profesionales de la FCDS me recomendaron escoger una línea que me va a permitir proteger el bosque y aprender sobre las abejas nativas sin aguijón. Yo pensaba que todas las abejas eran de las bravas que pican”.
El proyecto que formuló Myriam busca proteger el bosque con cercas eléctricas, un sitio donde va a instalar varias colmenas de abejas nativas.
“Es un proyecto muy bonito porque las abejas, con su polinización, van a ayudar a que el bosque tenga más plantas. Al cerrar la selva y los nacimientos voy a garantizar que las fuentes hídricas aumenten su caudal”.
“Mi sueño es cuidar el agua”
Alcira Vaca, habitante de la vereda Las Orquídeas, tiene el corazón apachurrado por haber convertido la mayoría del bosque de su finca en extensos potreros para la cría de ganado.
“Lo hice para tener con qué alimentar a mi familia. La coca y la ganadería fueron durante años las únicas opciones económicas en el Guaviare. Solo tengo 12 hectáreas con bosque; el área restante es pastizal para las vacas, ovejas y caballos”.
En el bosque que logró conservar hay un nacimiento de agua, un tesoro hídrico que Alcira quiere enriquecer con más árboles a través del programa de forestería comunitaria de la FCDS.
“Por eso formulé un proyecto de enriquecimiento del bosque. Sueño con reforestar las zonas aledañas al nacimiento de agua, un sitio muy hermoso que es visitado por animales como la danta”.
De ser aprobado el proyecto, Alcira recibirá árboles para enriquecer el bosque y alambres, postes y un kit solar para encerrar el nacimiento de agua.
“Debemos conservar el bosque para que las fuentes hídricas no se nos agoten. Los árboles son los que nos dan el líquido vital y por eso son fundamentales para todo el planeta”.
“Queremos mezclar árboles con cultivos”
Martha y José Ramírez, una pareja de esposos de la vereda Caño Dorado, definen su finca como una mezcla de pastos, comida y montaña.
“Aunque la mayoría del terreno está conformado por pastizales para el ganado, conservamos una gran tajada de bosque para tener agua y que los animales de la selva no se queden sin hogar”.
Estos eternos enamorados quieren devolverle algo a la naturaleza. “Nuestro objetivo es reforestar algunos de los potreros con nuevos árboles, pero también queremos sembrar cultivos de pancoger”.
Por eso, Martha y José formularon un proyecto de corredores productivos, franjas de hasta 500 metros lineales y 20 metros de ancho en donde se combinan árboles maderables, especies forrajeras y cultivos.
“Vamos a mezclar árboles maderables con frutales, cacao y sacha inchi. Estos corredores productivos se van a conectar con las zonas de bosque de la finca, es decir que serán sitios para que la fauna camine con tranquilidad”.
Según Martha, son cada vez más los campesinos del Guaviare que quieren vivir del bosque en pie. “Debemos cuidar la montaña porque es la casa de muchos animalitos y el agua. Nos tenemos que unir todos para salvar lo más bonito que hay: el bosque amazónico”.