Nota publicada en Semana Sostenible.
Escrito por Jhon Barros
El Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina se adelantó a las cifras oficiales y reveló que el año pasado perdió 156.722 hectáreas de bosque, estimativo que para Rodrigo Botero, Director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, se queda corto ya que calcula la pérdida de bosque en más de 200.000 hectáreas.
La debacle de los bosques amazónicos colombianos parece no tener fin. Todo lo contrario, la masacre de sus árboles centenarios, de más de 20 metros de altura y hogar de especies de plantas y animales indispensables para la vida, incrementa día a día por el accionar de la motosierra.
En 2017, la deforestación en la Amazonia del país tuvo un pico que resonó con fuerza. La región perdió más de 144.000 hectáreas de bosque, lo que representó un incremento del 65 por ciento. El panorama en 2018 aún es un interrogante, ya que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) todavía trabaja en la interpretación de los datos que arrojan las imágenes satelitales, sobrevuelos y trabajos de campo. Espera revelarse en mayo.
Sin embargo, el Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina (MAAP), portal web de Amazon Conservation y la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA), publicó un análisis con mapas e imágenes de satélite sobre la supuesta y aún incierta cifra de pérdida de bosque en la tajada colombiana del pulmón del mundo.
Según el MAAP, basado en los datos de alertas tempranas por deforestación e imágenes satelitales, el año pasado en la Amazonia colombiana fueron eliminadas 156.722 hectáreas de bosque, desangre que tuvo su principal accionar en los departamentos de Caquetá, Guaviare y Meta.
“En 2018, siguiendo los patrones de los últimos dos años, hubo un incremento significativo de la deforestación en la Amazonia colombiana, posiblemente vinculado a actividades como agricultura, ganadería y toma de tierras. La mayoría de esa deforestación estuvo en el área de transición entre los Andes y la Amazonia, uno de los intervalos de bosque más biodiversos en el mundo”, cita el análisis.
“Impreciso”
Para Rodrigo Botero, Director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) y conocedor de las dinámicas deforestadoras, el análisis de el MAAP es impreciso, no tiene profundidad y no incluye datos de campo reales. “Lo que menos me gusta es la interpretación de los datos. Se nota claramente que el informe está hecho a la distancia, sin información real de terreno y desconoce el principal factor de deforestación que tanto hemos señalado en la región: el acaparamiento de tierras”.
Indicó que las más de 156.000 hectáreas supuestamente deforestadas en la Amazonia en 2018 son una cifra imprecisa. “Va a ser mucho más alta. El Ministro de Ambiente ya informó que estima que el año pasado la pérdida de bosque en Colombia superó las 270.000 hectáreas. Yo creo que serán más de 300.000 hectáreas, de las cuales cerca de 200.000 estarán en la Amazonia. El 70 por ciento de la deforestación va a estar en la Amazonia”.
Enfatizó que el Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina sobredimensiona el problema de la deforestación y “hace una mala interpretación, desconoce el trabajo de campo del país y no está compaginado con el Sistema de Monitoreo de Bosques que hay en el territorio. Ya ha presentado imprecisiones en otros informes en Perú”.
“Eso no quiere decir que el único que pueda sacar informes o análisis sea el Ideam. Hay sistemas paralelos y complementarios que hacen un buen trabajo. Por ejemplo, en Brasil las cifras de algunos privados son más precisas que las oficiales. En Colombia tenemos un sistema de monitoreo robusto y técnicamente solvente. No solo arroja cifras reales y exactas, sino que hace una buena interpretación. La información presentada por MAAP se queda muy corta y no revela lo que realmente está pasando”, apuntó el experto.
“Es una recopilación de las alertas de deforestación presentadas en 2018. Los núcleos que reportan son casi los mismos que los del Ideam, pero la magnitud es distinta. Ellos usan un algoritmo que funciona para todo el trópico, mientras que nosotros utilizamos uno específico para Colombia, y luego hacemos un proceso de verificación, algo que MAAP no hace”.
Cabrera precisó que el análisis presentado es muy preliminar. “Cualquier dato que se genere requiere una verificación, además de considerar la dinámica de la región. En unos sitios podría aumentar y en otros disminuir. Los boletines del Ideam indican una alta concentración de deforestación en Caquetá, Guaviare y sur del Meta, en donde podrían presentarse incrementos de deforestación. El informe de MAAP da algunos vistos, pero la cifra será superior”.
¿Y el acaparamiento?
Las imágenes satelitales del Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina, que cuenta con apoyo del Fondo Internacional para la Conservación de Canadá y otras organizaciones internacionales, indican que los motores directos de deforestación más importantes en la Amazonia colombiana son la agricultura y ganadería de pequeña y mediana escala. Entre tanto, asegura que según fuentes locales, el factor indirecto es el acaparamiento de tierras.
“Esto no corresponde con los factores de deforestación que hemos señalado desde hace varios años en la Amazonia. El acaparamiento de tierras es la gran dinámica deforestadora, no la agricultura y ganadería. Insisto que el análisis no tiene profundidad ni datos de campo reales, y lo único que genera es un ruido en el país”, apuntó Botero.
MAAP resaltó las tres áreas más críticas en la Amazonia colombiana por la deforestación en 2018, con sus respectivas pérdidas de bosque: los Parques Nacionales Naturales de Chiribiquete y La Macarena (42.225 hectáreas), Tinigüa (7.955 hectáreas) y los Llanos de Yarí (11.036 hectáreas).
El análisis en cada una de las áreas concluyó prácticamente lo mismo: que los motores directos de deforestación son la agricultura y la ganadería. Llama la atención en caso del Parque Chiribiquete, en el cual, según aseguró Julia Miranda, Directora de Parques Nacionales, no hay presencia ni de ganado ni de cultivos, solo apropiación ilegal de tierras por parte de las mafias.
Botero coincide. “Parece que estuvieran hablando de otra parte del mundo y no de la Amazonia colombiana. La problemática acá es el acaparamiento de tierras, algo que no es mencionado en los tres análisis. La interpretación que hace MAAP es imprecisa. Hablan de pequeños lotes de deforestación y eso no es cierto. La tendencia en los últimos tres años nos ha mostrado los parches más grandes de deforestación en la historia”.
Este es un producto periodístico de la Gran Alianza contra la Deforestación. Una iniciativa de Semana, el MADS y el Gobierno de Noruega que promueve el interés y seguimiento de la opinión pública nacional y local sobre la problemática de la deforestación y las acciones para controlarla y disminuirla.