Desde que llegó al Bajo Caguán, hace más de 20 años, Edinson Cruz supo que se iba a dedicar a sembrar un arbusto que da un fruto con una corteza café y blanco en su interior. Con la yuca piensa elaborar snacks que venderá en esta zona selvática del Caquetá.
Aunque nació en el casco urbano de Cartagena del Chairá, algo en su interior le decía que de grande no sería comerciante, conductor de lanchas o dueño de un puesto de comidas. El ritmo y ajetreo del municipio lo incomodaban.
Edinson Cruz recuerda que en su niñez se sentaba largas horas a contemplar las aguas carmelitas del río Caguán. “Me llamaba mucho la atención todos los bultos llenos de yuca, plátano y maíz que llegaban a uno de los muelles”.
Cuando tenía 16 años, sus papás cambiaron de rumbo. Dejaron el casco urbano para adentrarse en lo más profundo del núcleo 1 del Bajo Caguán, la región más apartada de Cartagena del Chairá y conformada por 16 veredas.
“Llegamos a El Guamo, una de las últimas veredas de la zona donde el verde manda la parada. Mis papás compraron una finca y sacaron adelante a sus 12 hijos con la agricultura, madera, pesca y la coca, el negocio que movía la economía de la región”.
Desde que pisó la zona y vio los cultivos, Edinson comprendió que su futuro sería trabajar la tierra. “El cultivo que más me llamó la atención fue la yuca, un arbusto que alcanza los dos metros de altura y da un fruto alargado parecido a un plátano y que sale de la tierra”.
Mientras la bonanza cocalera perdía impulso en el Bajo Caguán, la familia de Edinson se enfocó en la siembra de plátano, yuca y maíz y la crianza de alguna que otra vaca.
“Los suelos de la zona son muy difíciles de trabajar por la acidez. Para algunos productos toca aplicar muchos químicos, algo que no pasa con la yuca, un cultivo hermoso con ramas abundantes”.
El matrimonio de sus padres llegó a su fin. Como varios de sus hermanos ya habían conformado sus familias en otros sitios del Caquetá, Edinson se quedó en la finca familiar para acompañar a su mamá.
“Por nada del mundo la iba a dejar sola. Yo me encargo de ella y para sobrevivir estoy metido de lleno en la agricultura; sin embargo, la yuca y otros productos los siembro en zonas donde aún hay bosque”.
Negocio de la yuca
En 2021, Edinson se enteró que la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible (FCDS) iba a desarrollar un proyecto de forestería comunitaria con los campesinos de las 16 veredas del núcleo 1 del Bajo Caguán.
“Fui a varias reuniones y nos dijeron que el objetivo era formular proyectos relacionados con el aprovechamiento sostenible de los bosques. Como yo tengo yuca en medio de la selva, me fui por ese lado”.
La línea que escogió este caqueteño fue la transformación y comercialización de los productos no maderables del bosque. “El ideal es hacer transformados con la yuca. La FCDS nos dijo que tocaba tener la materia prima y en la finca tengo más de 4.000 palos de yuca”.
La propuesta de Edinson fue elaborar harinas con la yuca, un producto con el que se hacen amasijos como el pan de yuca. “La yuca es muy fácil de sembrar y además evidencié que la harina la venden mucho en los pueblos del Caquetá y Putumayo”.
El joven tenía en mente vender la harina de yuca en las panaderías del Bajo Caguán y otros municipios de la zona. “Muchos amasijos tienen como ingrediente principal el almidón de yuca; hasta avena se puede hacer con ese hermoso cultivo”.
Yucaguán, nombre de su iniciativa, fue estudiada por Viviana González, una ingeniera de alimentos de El Doncello que fue contratada por la FCDS para concretar los cuatro proyectos de transformación de los productos no maderables del bosque en el Bajo Caguán.
“Ella me dijo que la yuca sí tiene una alta demanda en estas zonas. Sin embargo, evidenció que presenta dificultad por los costos de producción. Por ejemplo, se requieren de instalaciones y capacidades de secado muy grandes, además de mucha agua y energía”.
La ingeniera de alimentos le propuso modificar un poco la iniciativa. La nueva propuesta es hacer snacks o paquetes con la yuca y elaborar amasijos como pandeyucas, rosquitas y arepas para vender en las panaderías.
“Aunque hay mucho comercio de la harina de yuca, en zonas como el Bajo Caguán es complicado por las características del territorio y la falta de energía. Me gustó mucho la idea de los snacks porque es novedosa y creo que va a pegar entre los niños”.
La elaboración de la harina de yuca no desapareció de su proyecto. “Voy a hacer una producción más artesanal y pequeña. La harina de yuca se la vamos a vender a una señora de El Guamo que hará galletas de arazá”.
La FCDS le dará los insumos para que Yucaguán se consolide. “Yo en la casa hago harina de una forma casera, es decir con molino manual. La fundación me va a dar equipos como horno, rayadora, estufa, molinos y kit solar”.
Edinson quiere que el logo de su emprendimiento tenga a la yuca como protagonista. “Sería chévere que también le rindiera un homenaje al río Caguán, los campesinos y los bosques amazónicos”.
Este negocio de la yuca no es individual. Según el caqueteño, su mamá y varios de sus familiares van a participar. “Ellos van a hacer parte de la producción. Si más familiares se quieren unir, todos serán bienvenidos”.